martes, 4 de enero de 2011

La carta de Monseñor Velasio De Paolis a los Legionarios de Cristo

Hace varias semanas, me hicieron llegar a mi dirección postal en mi diócesis la carta que el Delegado Pontificio de los Legionarios de Cristo ha enviado a esa congregación. Metí la carta entre otros papeles para leer más adelante. Hoy, ya en Roma, he leído la carta y me gustaría hacer algunos comentarios.

El primer comentario es que creo que Monseñor De Paolis está haciendo la cosas bien, con prudencia, con conocimiento de las cosas. Si no lo pensara así, no escribiría estas líneas. Me callaría. Hacer las cosas bien, supone que siempre habrá algunos que piensan que no se está haciendo nada. Pero entre la nada y el todo, está la prudencia. Los proclives a dar golpes en la mesa y a reformar las cosas tirándolas abajo, no valen para un cargo así.

Monseñor De Paolis tiene un cargo extremadamente difícil. Unos le van a acusar de no haber comprendido el espíritu de la congregación y de querer cambiarlo todo. Otros le acusarán de no haber cambiado nada y dejarlo todo como está. Pero afortunadamente los que le critican son gente fuera de la Legión y fuera de Regnum Christi. Dentro apenas hay nadie que le esté criticando. Si alguien lo hace es a escondidas y como algo excepcional. Y es que eso sí que es digno de elogio. La Legión ha sido obediente al Sucesor de Pedro aunque ello hubiera supuesto su misma supresión. Los legionarios no han puesto ninguna cortapisa al Delegado Pontificio. Aquí estamos, haga lo que tenga que hacer.

Francamente, eso muy pocas realidades eclesiales serían capaz de hacerlo con la sinceridad y obediencia que ellos lo han hecho. Y aun ha habido algunos (sobre todo periodistas) que querían que se disolviera la Legión. Menos mal que no les ha dado por anular cada diócesis allí donde ha habido un mal obispo, o cada parroquia allí donde ha habido un mal párroco. El heroismo de la Legión ha sido digno del mayor de los elogios. Me gustaría ver a muchos de los que han criticado a los legionarios, en la misma situación para ver lo que ellos hacen. Todos los que pertenecemos a un presbiterio diocesano sabemos lo que le cuesta a un obispo hacer la más pequeña reforma. Basta que un grupo o un sector se sienta afectado, para que se pongan palos en las ruedas, se critique y se alce la voz contra el obispo día tras día. Nada de eso ha sucedido en la Legión. Muchos inocentes habrán llorado a solas por el sufrimiento del descrédito acarreado, pero después se han presentado virilmente ante el Delegado y han dicho: aquí estamos, haga lo que tenga que hacer.

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