sábado, 1 de enero de 2011

La responsabilidad de los superiores

Muchos me manifiestan sus dudas sobre los superiores de la Legión. Sobre este asunto mi postura es muy clara: dejemos que la Iglesia haga su trabajo. Es la Iglesia la que tiene el encargo de juzgar si alguien fue culpable de algo. Yo no tengo toda la información. Ni la información, ni el tiempo para investigar, ni los medios para llegar a las conclusiones justas. Si alguien sabe algo, que lo denuncie por los cauces reglamentarios. Denunciar es una obligación de conciencia. Ir propalando rumores (me han dicho..., sospecho que..., me ha llegado a mis oídos...), eso no construye, destruye.

Los sucesores de los Apóstoles tienen el deber de juzgar, aunque no quieran hacerlo. Y para ello deben investigar, dedicando a ello todo el tiempo que sea necesario. Un Sucesor de los Apóstoles DEBE juzgar. Para ello debe llegar hasta el final, y debe ser consecuente en la labor de limpiar la Casa de Dios llegando hasta sus últimas consecuencias. La labor de investigar debe ser minuciosa, justa y férrea.

Para un sacerdote que ha caído en una tentación con una mujer, cabe la misericordia, cabe decir: venga, levántate y no peques más. Para un sacerdote que ha caído en el vicio del alcohol cabe que el obispo le ayude a salir de eso, sin usar la justicia, sino la caridad. Pero ante otros pecados no sólo no cabe mirar a otro lado, sino que se debe defender la viña de Dios de los zorros.
El robo, la pederastia, ciertas complicidades, determinadas omisiones, por citar algunas cosas, deben ser investigados. Son trabajo del obispo, un deber. No es algo que se haga si se tiene tiempo o si le parece bien, es un deber que si no se realiza se cae en culpabilidad grave. Esto no es que nos lo tengan que decir como cosa nueva los actuales documentos de las congregaciones, sino que ya lo decían los viejos manuales de moral. En realidad, todo estaba escrito en ellos. No hemos descubierto nada nuevo.

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